Los niños traviesos son indudablemente los más atractivos para los lectores.
Esta entrada la he hecho a partir de un artículo que publiqué en homenaje a Carmen Bravo Villasante, en 1996. Estaba basado en una ponencia que había impartido anteriormente en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense. Esto explica que los personajes seleccionados sean de finales del siglo XX y que no haya ninguno posterior. Los libros son de actualidad y me encantan, por eso los reseño en el blog.
El niño lector
Desde una edad bastante temprana, el niño detecta rápidamente lo que le interesa o no y selecciona los relatos que más le entretienen, convirtiéndolos en sus favoritos. De los que no le han gustado, no querrá volver a oír hablar. Las historias que considere sus favoritas, habrá que repetírselas una y otra vez; su insistencia en la repetición no debe extrañar y en este caso es bueno ceder a sus deseos.
El «niño malo» siempre atrae
En literatura infantil cuando se habla de niños «malos», se hace una referencia al que rompe ciertos esquemas de conducta, no al que se asocia al mal. Personalmente me refiero a personajes traviesos, no perversos. Autores como Roald Dahl destacan rasgos del lado oscuro de los personajes, pero fuertemente matizados por el humor anglosajón que no tiene parangón.
¿Cómo se presentan estos personajes en las novelas?
En la mayoría de los casos son presentados por el narrador que los describe, ya sea en 1ª o en 3ª persona.
Un ejemplo de este narrador en 1ª persona que además es el protagonista, lo tenemos en Manolito Gafotas, de Elvira Lindo, editado en Alfaguara en 1994..
Me llamo Manolito García Moreno, pero… por Manolito García Moreno no me conoce ni el Orejones López, que es mi mejor amigo… En Carabanchel, que es mi barrio…, todo el mundo me conoce por Manolito Gafotas… A mí me gusta que me llamen Gafotas. En mi colegio, que es el «Diego Velázquez», todo el mundo que es un poco importante tiene un mote.
Este narrador-protagonista utiliza una voz directa y coloquial que no es habitual en un texto y que corresponde al lenguaje de la radio, donde nació Manolito.
Henry, niño australiano protagonista de Cartas a Lesley, de Janice Marriot, editado por SM en 1993, dice de sí mismo:
Hoy, primer día de colegio: Mi profe, la señora Matthews, nos ha mandado escribir una redacción la mar de detallada sobre las vacaciones.
A mí me gusta escribir, y, como mi madre se ha roto una pierna y todo está tranquilo por aquí, he pensado que en las largas noches que me esperan me dedicaré a escribir el verdadero relato de mis extrañas vacaciones de primavera… Supongo que la cosa empezó con mis propósitos para el nuevo año:
1-Paz y tranquilidad para poder preparar mis negocios
2-Ser rico
3-Casar a mamá.
Este narrador-protagonista utiliza la palabra escrita para presentarse y narrar su propia historia, lo que hace que el tono sea más reposado, pero entretenido y ágil, como corresponde a un personaje infantil.
El protagonista de Mi amigo el unicornio, de Antonio Martínez Menchén, editado en Anaya en 1992, es Chus, y se nos presenta por medio de la acción, diciendo:
Posiblemente esto que os voy a contar no hubiera ocurrido de no haber descubierto yo al escarabajo pelotero.
Lo descubrí el verano pasado, durante las vacaciones. Yo estaba tendido en un prado, más bien aburrido, cuando vi a un bichejo negro afanándose con una boñiga de vaca.
Me fascinó.
La voz de este personaje responde sin duda a los intereses del niño, está llena de curiosidad. Chus hace el descubrimiento de algo y lo agranda hasta convertirlo en fascinación. Esta forma de asomarse a lo desconocido es espontánea y natural.
La descripción de un narrador en 3ª persona presenta al personaje por medio de una descripción directa o a través de sus acciones y emociones. De Matilda, uno de los personajes más atractivos de Roald Dalh, editado por Alfaguara, se nos dice:
Al cumplir los tres años, Matilda ya había aprendido a leer sola, valiéndose de los periódicos y revistas que había en su casa. El único libro que había en aquel ilustrado hogar era uno titulado Cocina fácil, que pertenecía a su madre… Una vez que lo hubo leído de cabo a rabo y se aprendió de memoria todas las recetas, decidió que quería algo más interesante.
-Papá -dijo, ¿no podrías comprarme algún libro?
-¿Un libro? -preguntó él-. ¿Para qué quieres un maldito libro?
En Matilda la utilización de una narrador en tercera persona hace que el personaje no «se desnude» ante el lector, sino que haya un cierto distanciamiento que lo convierte hábilmente en su cómplice.
El protagonista y su visión de otros personajes
Padres
Estos niños traviesos tienen opiniones muy diferentes entre sí respecto a sus padres. Todos los quieren, aunque este sentimiento lo demuestren a su manera.
Manolito Gafotas sabe que su padre le enseña a defenderse de sus enemigos en el barrio y eso le gusta. A su madre la ve como alguien a quien hay que dar gusto, sin crearle complicaciones:
Mi madre es así: a ella le gustaría que yo respondiera a sus preguntas con un sí o con un no para darse media vuelta y ponerse a hablar por teléfono con su amiga… Ése es el tipo de niños que a mi madre le gustan, por eso se casó con mi padre, porque mi padre habla sólo tres veces al año, por Nochevieja, por su cumpleaños y cuando gana el Real Madrid.
Matilda trata de hacerse su propio espacio en casa y busca cómo vengarse. Sin embargo, no podemos decir que no quiera a sus padres, ya que continuamente trata de conquistar su atención:
Matilda anhelaba que sus padres fueran buenos, cariñosos, comprensivos, honrados e inteligentes, pero tenía que apechugar con el hecho de que no lo eran.
El tipo de venganza que decide llevar a cabo con ellos es meter un loro en la chimenea y dejar que sus padres y su hermano crean que hay un fantasma. Hace travesuras que corresponden a la mente infantil.
Henry habla con especial dureza al decir: mi madre es una madre equivocada. Este es un pensamiento bastante frecuente en los niños, que aspiran a tener padres como los de otros niños, en los que observan lo que creen que a ellos les falta. Estas apreciaciones en general no responden a la realidad, pero como para ellos son verdaderas, convendrá atenderlas o reflexionar sobre ellas. A su padre lo ve muy poco, porque cuando el niño llega a su casa, nunca está:
Mi padre, en cambio, habla mucho de que el tiempo que pasamos juntos es un tiempo precioso, pero da la casualidad de que, cuando voy a su casa, no está nunca. Cosas del sindicato, que le tiene muy ocupado.
Henry, hijo de padres separados, disculpa al padre con el trabajo, cosa que no hace con la madre, de la que se siente responsable. En general estos personajes son más indulgentes con el padre que con la madre.
Abuelos
Estos niños revoltosos tienen una opinión positiva respecto a sus abuelos. Su relación es de comprensión y complicidad.
Manolito dice: Mi abuelo mola /…/ El abuelo me llevó al colegio, como todas las tardes, y mis padres se quedaron echando la siesta. Qué morro.
El abuelo de Ana está furiosa cambia la vida de esta insoportable criatura. Le regala un tambor. Este instrumento se convierte en el objeto mágico que permitirá a Ana relacionarse con los demás y sentirse feliz.
Y se quedó sentada en su sillón de mimbre hasta que el domingo llegó el abuelo de visita. Traía un tambor y dos palillos para su nieta.
Dijo:
-Ana, con el tambor asustarías a la furia.
Hermanos
Las familias de nuestros protagonistas-niños no son familias numerosas.
Manolito nos habla así de su único hermano:
El Imbécil es mi hermanito pequeño, el único que tengo. A mí madre no le gusta que le llame el Imbécil… que conste que yo se lo empecé a llamar sin darme cuenta… ha sido él, que ha nacido para molestar y se lo merece.
Matilda ignora prácticamente a su hermano, hecho bastante significativo,
La hermana de Chus es Natividad:
Nati es mi hermana mayor. Mi hermanita de quince años. Yo sé que no soy un caso único… pero de verdad y sin que quiera darme importancia, que lo de Nati es un auténtico caso aparte.
Hay que agradecer a Martínez Menchén que introduzca un personaje como Nati, que es un incordio para Chus. Nati debe ayudar a su madre en la costura y Chus no. Llega un día en que la niña se planta y convence a su madre de que para que su hermano no sea tan machista como su padre, tiene que aprender a coser.
Y desde entonces, todos los días, de siete a ocho, en lugar de los dibujos animados tengo clase de costura con mi hermana. Por eso digo que lo de Nati es un caso aparte.
Amigos
Henry se sitúa respecto a uno de sus compañeros de forma aparentemente interesada:
Gavin es un tío de esos muy grandes y muy bestias que controlan el patio del colegio… Parecía querer ser mi amigo y decidí seguirle el rollo, por si las moscas y antes de que hubiera más gente, para que él y yo fuéramos los jefes de la banda. Conseguí hacer algo de dinero vendiendo redacciones en clase. Gavin me compró dos y la Matthews le dijo que estaba mejorando muchísimo /…/. Un día, a la hora del almuerzo, incluso le hice una confidencia… Sentí simpatía por él.
Ana carece de amigos por su pésimo carácter. Proporciona un auténtico espejo a niños de una edad que se caracteriza por un gran egocentrismo que hay que educar.
Casi todos estos personajes tienen un compañero del alma y un enemigo mortal con el que medir su resistencia. Este se convierte en cómplice del protagonista e incluso del lector:
El chulito de Yihad me cogió por la capucha de la trenca y me dijo:
-Defiéndete, Gafotas. Tienes la oportunidad de pelearte con el tío más bestia de la clase, que soy yo.
Respecto al empollón Manolito siente admiración, expresada con ironía:
Paquito Medina nunca insulta a nadie no se pega con Yihad y jamás le pega patadas a la cartera de los demás. Paquito Medina no es como nosotros. El Orejones dice que Paquito Medina es un marciano…
En Matilda el narrador describe la amistad para preparar la acción inmediata de forma hábil y clara:
Entre los nuevos amigos de Matilda estaba la niña llamada Lavender. Desde el primer día empezaron a estar juntas durante el recreo de la mañana y a la hora del almuerzo. Lavender era excepcionalmente pequeña para su edad, una niña flacucha de ojos castaños y pelo oscuro, con un flequillo que le caía sobre la frente. A Matilda le gustaba porque era decidida y aventurera. A ella le gustaba Matilda por las mismas razones.
La amistad vista a través del género epistolar
Muchos autores de literatura infantil eligen el género epistolar como forma de creación literaria, cuestión bastante acertada.
En el libro de Cartas a Lesley, ésta le dice a Henry:
Querido Henry:
Es estupendo que seamos amigos por correspondencia. Me pareces muy interesante. Espero que no te importe que yo no lo sea. Mi vida es muy aburrida… Escríbeme otra vez. Sinceramente,
Lesley Lacey (En el colegio me llaman Les)…
Por primera vez en mi vida me sentí un tío con suerte. Tenía un amigo fantástico aunque sólo fuera por correspondencia… Decidí tomar una decisión secundaria: escribir a Lesley cada vez que recibiera una carta suya.
Tanto en la declaración de amistad de Lesley como en la respuesta que provoca en Henry, se ponen de relieve los sentimientos. En este sentido el género epistolar abre las puertas del corazón de los personajes.
El animal como amigo
Para muchos niños el mejor amigo es un animal de compañía.
Henry tiene un gato que se llama Supercushion. Chus tiene algo más exótico: un escarabajo. En ambos casos el animal se convierte en interlocutor fiel y silencioso; es el cómplice que todo niño necesita en su experiencia frente al adulto:
/…/ Supercushion que es mi gato. Es un macho la mar de dominante. Nos entendemos estupendamente. Ambos estamos de acuerdo en que mi madre es un desastre.
y a la vez es su punto de referencia para comparaciones:
La Matthews me miró extrañada, poniendo la misma cara que pone Supercushion cuando no le das la marca de sardinas que le gustan.
El colegio y los profesores
Los personajes de la LIJ dan su propia versión del sistema educativo desde la opinión sobre los profesores.
La visión más original al respecto la da Christine Nöstlinger por medio de Wolfgand, en Me importa un comino el rey Pepino:
Mi abuelo me ha dicho que uno de nosotros tiene que escribir la historia. Y en eso, el abuelo tiene razón.
Martina dijo que lo haría ella. Pero lo único que ha hecho hasta ahora ha sido comprar un montón de papel rosa y una cinta verde para la máquina de escribir. Dice que no ha empezado a escribir todavía porque la estructura de la historia es muy difícil. La dificultad de una historia radica en la estructura, ha dicho su profesor de Lengua.
A mí me tiene sin cuidado la estructura. Y ahora como tengo el pie escayolado y no puedo ir a nadar, pues la escribo.
Lo hará prescindiendo de las directrices del profesor de Lengua, hecho que ilustra ya su visión de la escuela. El índice del libro viene a resumir la experiencia del joven escritor:
Capítulo primero o núm.1, según la estructura del profesor de Lengua.
Capítulo segundo o núm.2, según la estructura del profesor de Lengua.y continúa así hasta que, llegado al núm 12, Wolfgand dice: En el duodécimo capítulo se embarulla todo de un modo tan confuso que se hace imposible la estructura del profesor de Lengua.
En el decimotercer capítulo no hay nada que estructurar.
Una parte del decimocuarto capítulo la escribiré como una obra de teatro.
Este es el último capítulo, el decimoquinto.
En otras obras la historia gira en torno a la comprensión o incomprensión de los profesores. Esto se hace patente en el caso de Matilda. En esta historia todo gira en torno a la intransigencia de la directora del colegio y a la comprensión de la señorita Honey. Roald Dalh utiliza los parámetros convencionales de bondad-maldad para que se desarrolle debidamente la acción:
La señorita Honey era una persona apacible y discreta, que nunca levantaba la voz y a la que raramente se veía sonreír, pero que, sin duda, tenía el don de que la adoraran todos los niños que estaban a su cargo… La señorita Trunchbulll, la directora, era totalmente diferente. Se trataba de un gigantesco ser terrorífico, un feroz monstruo tiránico que atemorizaba la vida de los alumnos y también de los profesores.
Otros personajes significativos
Los personajes traviesos se rebelan contra lo que los adultos imponen. Lo formulan desde «lo que no puedo hacer».
No pueden interrumpir a los mayores cuando están haciendo cosas, como le pasa a Fernando, en Ahora no, Fernando, de David McKee. Lo mismo le ocurre a la ratita de ¡Julieta, estate quieta! de Rosemary Wels.
No se pueden cambiar la ropa, ni siquiera la colcha de la cama si su madre no lo cree conveniente, como le ocurre a Henry:
Y lo peor es el edredón o la colcha o lo que sea, que tiene dibujos de ositos por ambos lados. ¡A mis doce años! Le he pedido a mi madre, en todos los tonos posibles, que me cambien la colcha…y la madre dice que no: Pues yo la odio. De hecho me da tanta vergüenza que jamás invito a nadie aquí.
Algunos no pueden tener animales en casa. Buscan salida como Chus con un escarabajo, que es pequeño y cabe en el estuche de los lápices. Tampoco pueden elegir el lugar de vacaciones, cuestión por la que protestan Henry y Lena, de El secreto de Lena .
Identificación con los personajes
Cuando los niños hacen estas lecturas, se convierten rápidamente en cómplices del protagonista. Logran así poner palabras a su propia experiencia. En este sentido la lectura es catártica. Ayuda a desdramatizar situaciones que se constatan como universales.
Todos estos protagonistas infantiles tienen la sensación de que no los quieren o comprenden. Se sienten contrariados y emprenden una aventura. Finalmente comprenden que ese «llevar la contraria» forma parte del cariño y la preocupación por ellos. La única excepción a esto es Matilda.
Dónde buscan información los personajes
Los personajes tienen diferentes fuentes de información. Lógicamente todos van a la escuela, pero hay referencias más curiosas.
Matilda, niña prodigio es autodidacta y aprende todo en los libros de una biblioteca pública. Es una niña lectora. Otros modos de aprendizaje son: la televisión, un personaje mágico o revistas.
Los niños traviesos ven con ojos limpios. Actúan siguiendo un código de conducta que no guarda las apariencias, lejos de toda actitud hipócrita. Suelen ser sinceros. Manifiestan lo que ven tal cual y eso les cuesta recriminaciones y castigos. Algunos se rebelan; otros buscan un espacio aparte donde vivirán en relación con sus amigos.
En estos libros los personajes están bien dibujados y vendrían a ser para los mayores lo que los animales de La conferencia de los animales para los seres humanos.
A través de estos personajes traviesos se pide a los adultos coherencia, tranquilidad, comprensión y diálogo.
(Artículo publicado en «Y voy por un caminito…» Homenaje a Carmen Bravo-Villasante, Ed. Amigos del LIJ, Madrid, 1996, con el título «Los niños malos en la literatura infantil actual»; ha sido revisado y adaptado al formato del blog).
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Magnífica página y magnífica tu exposición. Gracias. Sigue adelante. Un abrazo
Gracias, Cari, me alegra que te guste
Tu artículo es muy interesante, me gusta mucho.
Tu visión de estos niños traviesos es realista y tu exposición nos da ganas de descubrir estos personajes de la literatura infantil
Muchas veces no nos damos cuenta que la mayoría de las historias que llegan a nosotros siguen un mismo patrón, con unos tipos de personajes muy diferenciados los cuales siguen una serie de pautas. Personalmente me ha llamado mucho la atención el caso de Manolito Gafotas y Matilda, ya que son cuentos que he leído cuando era pequeña, pero no me había parado a pensar que siguen un mismo patrón de personajes. El desglose de los personajes es muy acertado.
El analisis de los personajes infantiles que haces en la entrada es muy acertado. Pocas veces se ve a lo personajes como Matilda o Manolito Gafotas como niños «buenos». Esto está influenciado por el patron de personajes que han seguido la mayoría de cuentos infantiles que tienen como personaje principal a un niño o niña.
Un post que destapa la gran realidad inmersa en los cuentos infantiles y la función que desempeña cada uno de los personajes, desde los más cercanos como lo son los padres, los abuelos, hasta las personas que también nos acompañan en nuestro aprendizaje de la vida: los amigos, los profesores, etc. Gracias por animarme una vez más a detenerme más frecuentemente a analizar el propósito tanto del texto como de las acciones que se suceden a lo largo de una historia…
¡Enhorabuena por esta entrada!
Quiero añadir que no hay nada más divertido que las travesuras que se realizan en la infancia, ojalá poder volver a esos tiempos y revivir las diversas trastadas que finalmente nos enriquecen como personas.
Antes de despedirme, considero oportuno hacer mención a una frase que me encanta, ya que creo que debe estar siempre presente a lo largo de nuestra vida:
‘Si llevas tu infancia contigo, nunca envejecerás» (Tom Stoppard), un gran saludo.
Esta entrada me ha sorprendido bastante, ya que algunos de los libros que están expuestos, yo los había leído cuando era pequeña, como es el caso de Manolito Gafotas o Matilda, pero nunca me había dado cuenta de que todos estos siguen un mismo patrón, en el cual podemos encontrar un niño o una niña protagonistas los cuales van a ser diferentes al resto de los personajes y van a destacar por esta peculiaridad.
En esta entrada del blog se nos presenta ante nuestros ojos una disección pormenorizada de unos personajes poco estudiados como son los niños traviesos en la literatura infantil y juvenil. Junto a ellos también se explica la relación que tienen con sus padres, abuelos, amigos y demás personajes que conforman el entorno de estos protagonistas. Estos niños nunca son mirados bajo el prisma de la maldad. No son niños perversos sino que son “buenos” niños que a veces son desobedientes. La rebeldía es siempre un rasgo característico de la evolución humana. A través de libros mágicos como son «Matilda», «Manolito Gafotas» o «Ana está furiosa», en esta entrada se nos explica cómo están estructurados y cómo funcionan éstos. Desde estas líneas, me atrevo a recomendar varias lecturas. La primera de ellas, “Children are naughty” de Vicent Cuveiller y Aurelie Guillerey de la editorial Flying Eye Books, muestra una serie de niños traviesos haciendo cosas habituales de críos. Se trata de un libro que usa el humor y está escrito para jóvenes y no tan jóvenes. Por otro lado cabe destacar la autora Astrid Lindgren, la cual a través de un par de títulos nos acerca a estos niños traviesos. “Miguel el travieso” y “Pippi Calzaslargas”, ambos de la editorial Juventud, son claros ejemplos de este tipo de niños que han sido claramente explicados en esta entrada.
Me ha gustado mucho esta entrada por la descripción que se hace de los personajes principales de los libros destinados al lector infantil y juvenil. Es cierto que el público lector al que van destinados títulos como “Ana está furiosa”, “Manolito Gafotas” o “Matilda, por lo general se enganchan con estos personajes en muchos de los casos, por identificación con los mismos, puesto que las relaciones sociales y familiares que se relatan en los mismos se acercan bastante a la vida real y cotidiana de los niños, aunque estén contadas a través de historias metafóricas o alegorías mágicas ( Como es el caso de Matilda).
Estoy de acuerdo con Ana María Navarrete en que “los niños malos” siempre atraen, puesto que para los niños es un forma de evadirse de su realidad y a través de la identificación con estos personajes traviesos los lectores disfrutan de transgredir la normas de conducta y disciplinas de la realidad.
Esta entrada me ha parecido que describe a la perfección cómo son los cuentos infantiles, ya que es verdad que el personaje del niño travieso atrae al lector. Considero importante que un docente debe animar a sus alumnos a leer estos libros( Matilda, Manolito Gafotas, etc.) cuando su entusiasmo por la lectura sea mínima.También creo que después de leer este post voy a empezar a analizar con profundidad los cuentos infantiles.
Un saludo
Es completamente cierto que los niños, a menudo, sienten una cierta atracción por aquellos protagonistas más “traviesos” o «rebeldes», de las obras literarias. Probablemente se deba a la identificación que los pequeños lectores experimentan con estos protagonistas (favorecida por una narración más directa, en primera persona), y a la gran afinidad entre los sentimientos de ambos.
Como bien se afirma en el artículo, la literatura (al igual que otras actividades como, por ejemplo, el juego libre) tiene una función catártica en el lector, en este caso, infantil. Si, por un lado, el niño puede sentirse comprendido y aliviado al observar como el protagonista de un libro experimenta pensamientos y manifiesta comportamientos similares a los suyos, por otro, puede afrontar y superar situaciones complicadas, de la vida real (como puede ser, por ejemplo, un divorcio o la muerte de un ser querido), de forma indirecta, a través de dicho protagonista.
Finalmente, cabe destacar, como la lectura infantil puede ser útil en dos direcciones diferentes: además de la función catártica para los niños, pueden favorecer el recuerdo y la consecuente comprensión por parte de los adultos (que en su día fueron niños, y lidiaron con las mismas emociones y situaciones, aunque a menudo lo olvidan) de lo que ocurre en la cabeza de los más pequeños.