Acabo de recuperar la novela de Kazuo Ishiguro «Los restos del día» de mi biblioteca. A veces colocando unos libros aparecen otros que mueven nuestra imaginación. Seguramente muchos habréis leído el libro hace tiempo y visto la película «Lo que queda del día» (1993) de Jame Ivory, magníficamente interpretada por Emma Thompson y Anthony Hopkins. Estoy segura de que muchos la habréis visto como yo, en repetidas ocasiones. Si no habéis leído el libro, os lo recomiendo, es una grata lectura.
Los restos del día, de Kazuo Ishiguro, Barcelona: Anagrama (Compactos), 5ª ed. 2001
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Si bien el blog es de Literatura Infantil y Juvenil especialmente, a veces me gusta comentar y recomendar libros que pertenecen a la Literatura General, como es el caso y que además podría ser una interesante lectura a partir de 16 años. Da juego para muchas cosas, entre otras un buen libro-fórum.
Comentario literario
Cuando el autor recibió el Premio Nobel 2017, fui a la librería a ver qué podía leer de lo escrito por él. En principio cogí otro libro, pero finalmente me decidí por este, en el que está basada la película homónima que me había fascinado. Tengo que decir que no me gusta hacer esto porque la imagen que me represento de los personajes novelescos está condicionada por los actores cinematográficos, pero me lancé a ello.
Leí con avidez la novela del escritor británico de origen japonés
El narrador
Me resulta curioso. No es una voz escrita, es una voz hablada. Es alguien que tiene necesidad de que lo escuchen, por tanto de contar. De ahí que se dirija al lector como a un interlocutor que tiene siempre delante.
El viaje y los temas
Es importante que toda la novela se articule en torno al viaje y en el viaje. Es un recurso literario eficaz. Los viajes modifican la percepción del que los hace. Hacen tomar distancia de la vida cotidiana y suponen algo nuevo, novedoso y un momento de reflexión y crecimiento para el personaje.
El viaje, que es el recurso más importante en la novela, en la película desaparece completamente, está justificado en lo que el autor ha denominado Prólogo. A nuevos tiempos, nuevos aires, nuevo modo de relacionarse. El mundo tradicional inglés da paso a la modernidad americana. A Stevens no le gusta mucho, querría que las cosas fueran como antes, pero se va dando cuenta aunque no quiere, de que todo ha cambiado.
Aunque parece que Stevens, el protagonista, no modifica en nada su percepción de las cosas y que su actitud es la misma que cuando estaba al frente del servicio en la mansión, sí cambia. Es el gran observador de la vida de Lord Darlington, que resulta ser más comunicativo que él. El lector conoce al Lord por lo que hace, por lo que dice y por lo que dice Stevens de él, además de por lo que dice la gente que nunca lo conoció. Vemos la influencia de los medios de comunicación a la hora de juzgar a alguien.
La novela reflexiona sobre el paso del tiempo y sobre la percepción de la realidad.
Es una advertencia sobre la paralización que supone estar siempre mirando hacia atrás.
Los personajes que encuentra a lo largo del camino, le sitúan en la realidad, en lo que realmente fueron los acontecimientos históricos de la época para Inglaterra y en lo que realmente la vida es en ese momento en el que Europa se ha desmoronado. El relevo de EEUU está breve y magistralmente descrito. Recuerda a la contraposición que establece Oscar Wilde en El fantasma de Canterville entre la mentalidad británica, apegada a las tradiciones y la práctica mentalidad norteamericana. El mundo viejo se desmorona y el nuevo se abre paso de forma triunfadora.
Cosas y lugares
La carta de Miss Keaton con la que Stevens modifica su lectura de la realidad. Keaton fue su amor platónico, sin que él mismo lo supiera. El personaje es incapaz de dejar traslucir un solo sentimiento u opinión, lo cual a veces es exasperante.
Igualmente importantes son: la bandeja con el Oporto y los cigarros que sirve a los ilustres visitantes de Lord Harlington, las flores para su despacho y la taza de chocolate en torno a la cual se reúnen todas las noches el ama de llaves y él para constatar que todo está en orden.
Del mismo modo son importantes la biblioteca y el comedor de la casa y el coche.
Los libros están presentes hasta ver cómo se desmorona el personaje, cuando Keaton descubre qué lee. Su falta de expresión afectiva toma cauce a través de la fantasía de las novelas románticas, del mismo modo que el viaje se construye sobre Las maravillas de Inglaterra de Jane Symons. Es muy curioso cómo este y otros personajes literarios que no tienen acceso a los estudios, mejoran su vocabulario y conocimiento del mundo por medio de la lectura, de libros de viajes, enciclopedias, mapas y diccionarios. Que los criados hablen y se muevan imitando a sus señores era imprescindible para ascender en la escala social, aunque fuera dentro de la servidumbre.
Miss Keaton
Finalmente es Miss Keaton quien lo asoma a la realidad. Su carta lo había hecho ponerse en movimiento con el pretexto de solucionar los problemas de servicio del nuevo Darlington Hall. Es obvio que en cualquier lectura, la interpretación del texto se hace desde la propia experiencia y el bagaje cultural que cada uno tiene; podríamos decir sin equivocarnos mucho que cada uno lee lo que quiere leer, aunque si releemos, puede cambiar la interpretación inicial. Este cambio interpretativo se realiza siempre a partir del cambio personal, del viaje interior al que lleva inevitablemente la lectura.
Trabajo y sentimientos
Es magistral la capacidad de descripción del autor. El lector asiste a la reunión de 1923, a las cenas, a los encuentros y desencuentros. Siempre bajo la atenta mirada del mayordomo que es a través de quien ve ese mundo. El valor del trabajo bien hecho y la contención de los sentimientos son dos de los elementos más importantes en torno a los cuales gira la vida de los personajes. Los pocos diálogos del libro están fielmente transcritos en la película, no han necesitado adaptación, no admiten la más mínima modificación.
La noche y el día
El mayordomo jubilado del final de la novela, que bien podría haber sido él, deja clara la preferencia de la noche sobre el día y finalmente se sincera, dice que forma parte del lote de la casa y que su señor era una buena persona, aquí ya no niega haberle conocido.
La reflexión sobre la vida y la importancia de aferrarse al presente y no mirar atrás, queda clara en el diálogo con Miss Keaton. Ella se considera feliz, a pesar de las lágrimas y la incomprensión. El diálogo parece quedar en el aire cuando llega el autobús, aunque ya se habían dicho todo lo que se tenían que decir. Lo retoma con el mayordomo jubilado. Se fija en la gente y decide ponerse al día con los chistes para poder complacer a su nuevo señor.
Stevens permanece fiel a sí mismo. Parece que cambia, pero en su justa medida y solo en función de su señor. En esta adoración casi mística y religiosa el autor deja sumergido al lector que habrá simpatizado o no con el personaje, pero que no lo habrá dejado de ningún modo, indiferente.
Magnífica descripción de una gran novela, descrita con entusiasmo anima a retomar lecturas olvidadas para ver con nuevas perspectivas. Gracias por este post fuera de lo habitual
He leído muy gratamente la descripción exhaustiva y el profundo análisis que hace la autora del libro «Los restos del día» y de la película «Lo que queda del día», ambos los he disfrutado. Recuerdo que me fascinó la fuerza , y la infelicidad del sentimiento contenido. Gracias.